El pasado 20 de octubre, diario El Telégrafo publicó una nota bajo el título “Texto municipal sobre Guayaquil omite relevantes hechos históricos” (http://goo.gl/KbwxcP). Esto ha servido para que en dicha ciudad nuevamente se levante el avispero de los localistas, y se lancen contra el periódico y los historiadores allí nombrados, con descalificaciones e insultos.
Debo aclarar que soy HISTORIADOR. No soy arquitecto. Y, desde luego tampoco soy administrador de empresas, ni gerente, ni banquero, comerciante o heredero de plutocracias, ni buscador de datos que calcen a cualquier afición historiográfica.
Al historiador le interesa analizar lógicas argumentales, la metodología empleada, la visión que está atrás de las interpretaciones, la posición social que adopta todo investigador. Y eso es lo que hice en 2009 cuando descubrí, ante el país, el sentido político y “autonomista” de un texto que circula como historia oficial de Guayaquil (http://goo.gl/UczpPc).
Nunca respondí a contestaciones agresivas. Eso ha servido para que se diga “quien calla, otorga”, como que con esta sonora frase ya tuvieran razón, verdad e inteligencia aquellos que la repiten.
Pero hace años ya dije lo mío. No es necesario perder el tiempo aclarando a los aficionados sus “datitos” supuestamente bien documentados, ni detenerse con gente que se retrata en la grosería, la descalificación y la alevosía. Queda en claro que no soportan haber quedado desenmascaradas para la historia, sus concepciones e intencionalidades políticas, antinacionales y anti latinoamericanas.
También los historiadores profesionales del Ecuador ya se han pronunciado, desde hace años, sobre la novísima visión localista que manipula el “guayaquileñismo” como si fuera patrimonio de las elites dominantes de la ciudad. Hasta el Presidente de la República, Rafael Correa, guayaquileño de origen, se vio obligado a señalar, en su momento: “Vaya lean esa porquería de libro que ha publicado el Municipio de Guayaquil, ¨Historia de Guayaquil¨, donde Bolívar es un pobre megalómano usurpador, y donde somos libres gracias a la oligarquía guayaquileña, poco menos”; y también: “Vamos a sacar la verdadera Historia de Guayaquil, para responder a las falsedades que se emiten en ese libro, que es básicamente un pasquín, ¨Historia de Guayaquil¨ hecha por el Municipio de Guayaquil..” (http://goo.gl/YEGC1N).
Articulistas en los diarios HOY y El Comercio opinaron hace tiempos. El Telégrafo vuelve a señalar hoy lo mismo que en el mundo académico ya se sabía. Entre tantos que han dado su veredicto intelectual están: Eliécer Cárdenas, Carlos Calderón Chico, Hernán Reyes, Carlos Burgos Jara, Jorge Núñez Sánchez, Ángel Largo Méndez, Gonzalo Ortíz Crespo, María Cristina Cárdenas Reyes, Carlos Lasso Cueva, Enrique Ayala Mora, Jorge Salvador Lara, Guillermo Bustos…
Todos han sido tildados, más temprano o más tarde, como “enemigos” de Guayaquil, por un grupo que se cree dueño del guayaquileñismo autonomista, que disfruta al acudir a los insultos y a la prepotencia, y en el que se aplauden unos a otros. Los académicos del Ecuador y del exterior, ni les creen, ni les hacen caso.
Convendría entender que quien calla, también otorga su sabiduría; y que para mentir y comer pescado, aderezado con infamias, hay que tener mucho cuidado por el peligro de atorarse.
Así es que nada más tengo que decir.
Quito, 27 de octubre de 2014.