Ecuador, martes, 1 Noviembre 2016
En las elecciones de 2006 el Partido Social Cristiano presentó como su candidata para la presidencia a Cynthia Viteri, quien obtuvo apenas el 9,63% de la votación porque en sus propias filas, por debajo de la mesa, se vio como mejor opción el apoyo al magnate Álvaro Noboa, quien pasó a la segunda vuelta y obtuvo el 43.33% de los votos, mientras triunfó Rafael Correa, con el 56,67% de la votación.
En 2009, Rafael Correa logró el 51.99% de la votación, lo que le dio el triunfo en la primera vuelta, aunque en segundo lugar quedó Lucio Gutiérrez con el 28.24%; en tanto Álvaro Noboa, ahora sin el antiguo respaldo de la gente vinculada a sus iguales intereses económicos, apenas logró el 11,41%.
En las presidenciales de febrero de 2013, nuevamente triunfó Rafael Correa en primera vuelta con el 57.17% de votos, y apareció CREO, apoyado también por los socialcristianos, con su candidato Guillermo Lasso, quien obtuvo el segundo lugar con el 22.68%.
En aquella época, el reconocido periodista Jorge Gestoso realizó una entrevista al candidato Guillermo Lasso (23/01/2013) en la que éste sostuvo que en la década de los setenta del pasado siglo XX, imperó el modelo de la dictadura militar, el “festín del petróleo” y el endeudamiento público, que, según él, es el mismo fracasado modelo que hoy vive Ecuador, con alto precio del petróleo y crédito chino. Así lo afirmó. Y ese pensamiento no ha cambiado para las elecciones de 2017, porque Lasso sostiene lo mismo.
Lasso no conoce de historia económica. Porque NO es cierto lo que afirmaba en 2013 ante Gestoso.
En la década de los setenta hubo dos momentos económicos: en el primero, entre 1972 y 1976, rigió el nacionalismo petrolero, que era combatido por las mismas oligarquías que hoy reviven y que entonces acusaban a la dictadura del general Guillermo Rodríguez Lara de “comunista”; el segundo, desde 1976 a 1979, un “endeudamiento agresivo” impulsado por el Consejo Supremo de Gobierno, que abandonó el nacionalismo petrolero y se orientó, cada vez más, a favor de los intereses de los capitalistas nacionales y extranjeros.
En la década de los setenta, gracias al impulso estatal y al petróleo, Ecuador se modernizó y creció como nunca antes en la historia, a tal punto que diversos investigadores sostenían que en el país bien podría distinguirse una larga época antes del petróleo y otra distinta después, porque incluso la riqueza generada por las exportaciones del “petrolerismo” lograron mejorar, mucho más que en otras décadas, las condiciones sociales, aún a pesar del reaccionario triunvirato que sucedió a Rodríguez Lara. Toda persona puede comprobarlo con estadísticas, hechos y datos. Existe una amplia bibliografía al respecto, que muestra cómo este modelo desarrollista provocó cambios y adelantos significativos para el país.
En cambio, desde 1982 (específicamente desde O. Hurtado y enseguida con L. Febres Cordero y tras él todos los gobiernos “aperturistas” posteriores), el modelo estatal de desarrollo fue abandonado y se impulsó el “modelo empresarial”, que significó retirar al Estado y promover el mercado libre y la empresa privada.
El “modelo” de los setentas NO “fracasó”, en los términos que suponen Lasso y sus seguidores neoliberales. Desde los ochentas fue suplantado, a propósito, por otro modelo, que en casi tres décadas concentró la riqueza como nunca antes, privilegió los intereses de las cámaras de la producción, acabó con el manejo estatal petrolero, endeudó al país como no había ocurrido en los setentas, renegoció la deuda externa subordinando el Ecuador a las condiciones del FMI y los intereses de los acreedores privados, y llevó adelante políticas económicas que provocaron el derrumbe de las condiciones de vida y trabajo de la población, algo que no ocurrió en los setentas.
La crisis institucional y política del Ecuador, acumulada desde 1982, así como el deterioro de los servicios públicos, la des-institucionalización del Estado y el imparable estallido de las protestas ciudadanas, fueron el resultado del modelo empresarial. Fue éste el que fracasó.
Pero como la historia no sirve a la hora de hacer simple política electoral, viejas consignas de las elites tradicionales vuelven a la carga en dos frentes: la candidatura de CREO, con Guillermo Lasso, y la candidatura del PSC/MG que encabeza Cynthia Viteri. Ambas son, en materia económica, lo mismo; y provienen, además, de la misma matriz política, solo que los socialcristianos se unieron a Lasso en 2013 y a Viteri para las elecciones de 2017.
La propuesta económica, que normalmente eluden desarrollar y conversar las dos candidaturas señaladas, se resume en mercado abierto, empresa privada como eje rector, subordinación del Estado a estos intereses, afectación al gasto público, recortes o supresión de impuestos (siempre en la mira el impuesto a la renta) y flexibilidad laboral. Nada imaginativo ni nuevo frente a lo que ya se vivió en las décadas de los ochenta, noventa e inicios del 2000.
Y también en nada son nuevas las coincidencias con los intereses de aquel sector empresarial ligado a las cámaras de la producción, cuya mentalidad conservadora no quiere cambiar, y que se ha expresado muy claramente a través del “Consenso Ecuador” (http://bit.ly/2ePbKlu) promovido por la Cámara de Comercio de Quito, que concentra el futuro económico del Ecuador en 11 propuestas: 1. Revisar la contabilidad nacional; 2. Aumentar la reserva monetaria; 3. Nuevas reglas macro-fiscales; 4. Reforma tributaria que recaude y fomente la inversión; 5. Reformas para defender el empleo; 6. Red de protección para los más pobres; 7. Recuperar la independencia y autonomía del IESS; 8. Ecuador potencia agroalimentaria; 9. Recuperar la libertad de información; 10. Reforma institucional de la democracia y el bienestar; 11. Educar para emprender. Si se lee el documento completo, la esencia es: mercado libre, empresa privada, no al Estado, revisión de impuestos directos, absoluta flexibilidad laboral. Una especie de Consenso de Washington, pero bien criollo.
De manera que para las elecciones de febrero 2017, el modelo económico que ofrecen las candidaturas del tradicional partidismo identificado con CREO, PSC/MG y sus respectivos aliados políticos en Ecuador, es el mismo que ya vivió el país a fines del siglo XX y que resultó muy beneficioso para altos sectores empresariales pero muy perjudicial para la sociedad nacional en su conjunto. Nada nuevo se busca, aunque las palabras y los discursos, con adornos simplemente conceptuales, pretendan esconderlo.
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